Esta puede que sea la mejor genética que he probado desde que empecé a deleitarme con esta santa planta.
La semilla fue plantada directamente en tierra madre, muy cerca de un olivo, así que por lo que parece, se enredaron las raíces de uno y otro, dando así un sabor oliváceo alucinante.
Esta es una 1:1, es decir, 10% de THC, 10% de CBD. Normalmente, con las plantas que cultivamos solemos movernos entre un 0,01 de CBD y un 0,3. Esta tiene un 10%. Pagamos con menos potencia de THC, pero a quién demonios le importa teniendo una planta milagrosa en casa.
Todos mis “testers oficiales” que probaron la genética coincidieron en afirmar que era “espectacular”.
No es una auto, pero no me seáis ansias, que entre nosotros nos conocemos, dejad que crezca fuerte y gruesa, que después cunde el doble.
La cosecha fue bastante intensa, no decepcionó en absoluto para el tamaño que tenía, que no es que fuese enorme, pero tampoco estaba nada mal.
Según la página de Humboldt es más sativa que índica, pero al menos a mi me iba genial para dormir, si bien sí que es cierto que combina un gran efecto relajante con una gran lucidez mental.
Este año se volverán a plantar seguro, dado que de esta cosecha del 2017 no hay fotos, para la próxima (2018) las habrá. Sólo hay esta foto de la LSD25, en la que el cogollo que hay debajo sí que es de esta CBD.
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